Pedro, de 66 años, es de Fara desde siempre, aunque su nombre podría ser engañoso: nacido en Buenos Aires, regresó a Fara San Martino, provincia de Chieti, con su familia cuando tenía apenas dos años. Un regreso que hizo inmediata su conexión con las raíces de los abruzos, a diferencia de sus primas Connie (Consuela) y Rosalba, que se quedaron a vivir lejos: la primera en Pensilvania, en los Estados Unidos, y la segunda en Buenos Aires, en Argentina.

Sus historias, aunque entrelazadas por la parentela, siempre han sido paralelas. La madre de Connie es originaria de Fara San Martino, el padre de Palena, a pocos kilómetros de distancia; por el contrario, Rosalba tiene una madre de Palena y un padre farés. Las dos primas nunca se habían encontrado, pero habían confiado varias veces a Pedro y a sus hermanas, Paola y Sonia, el deseo de volver a Italia, quizás en la misma época, para conocerse finalmente en persona.

Pedro aprovechó la oportunidad del Año de las Raíces Italianas en el Mundo para hacer realidad este deseo. Con la complicidad de las hermanas y sin desvelar demasiado ni siquiera a su esposa, organizó en el plazo de un mes un encuentro especial: viajes, acogida, y dos olivos como símbolo de renacimiento y vínculo.

Después del largo viaje desde el continente americano, Connie y Rosalba se encontraron esa misma noche en casa de Pedro, desconociéndo la una la presencia de la otra. Hablan idiomas diferentes, pero para llenar el silencio se dio un abrazo largo e intenso, cargado de emociones.

Después de la sorpresa, el día siguiente se dedicó a las ceremonias institucionales, con el apoyo de Italea, el proyecto promovido por el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación Internacional para fomentar el turismo de raíces y reforzar los vínculos con las comunidades italianas en el extranjero.

En la sala del Consejo Municipal, el alcalde Antonio Tavani y el presidente Antonio Di Maio dieron una cálida bienvenida a las primas, acompañadas por Emanuele Grotto, representante de la Asociación La Visceglia que coordina las actividades de Italea en Abruzos. Después de una presentación de las iniciativas en curso, el momento simbólico: la plantación de dos olivos en el Bosque de la Paz, un espacio dedicado a los que regresan, para que el vínculo con sus raíces siga creciendo.

Con el regalo de una publicación sobre los municipios de Abruzzo, el alcalde ha querido subrayar la importancia de este viaje, deseando que el encuentro entre Connie y Rosalba se convierta en fuente de inspiración para todas las comunidades de Abruzzo esparcidas por el mundo. El regreso a Fara San Martino no fue solo un momento de reunión familiar, sino un poderoso símbolo de cómo el turismo de las raíces puede crear vínculos que superan las distancias. La emoción de dos primas que se abrazan por primera vez en una pequeña comunidad de los Abruzos se convierte en el relato universal de una diáspora que nunca olvida su punto de partida.