Más allá de las playas de postal, el Salento guarda un alma enigmática hecha de mitos, magias y símbolos ocultos. De Galatina y el rito de la taranta a Soleto y los relatos alquímicos de Matteo Tafuri, hasta los misterios del mosaico de Otranto y los grafitis de la Gruta de los Ciervos, descubre un rostro antiguo y fascinante de Apulia.
El Salento no ofrece solamente playas en las que relajarse, “masserias” y “trulli” en los que disfrutar los platos típicos y arquitectura en barroco o románico apuliense. Además de ser un destino turístico muy conocido, en efecto, se trata de una tierra de misterios, mitos y relatos esotéricos que vale la pena profundizar. Un lado oculto por revelar, a partir de uno de los elementos más característicos de Apulia: la taranta, término que deriva de la creencia popular según la cual la picadura de una araña podía causar una condición conocida como “tarantismo”, curable a través de la música y de la danza.
El primer paso para entrar en el misterio de la taranta se puede dar en la ciudad de Galatina, en la provincia de Lecce. En concreto, según la leyenda, el apóstol Pablo fue hospedado por un ciudadano de Galatina en su casa, hoy llamada “casa de San Pablo”. El santo, para devolver la hospitalidad, regaló a los habitantes de Galatina la inmunidad al veneno de las tarántulas. Cerca de la capilla se encuentra aún hoy el pozo cuya agua se dice curaba milagrosamente de picaduras y mordeduras de animales venenosos. La misma agua que en el pasado se hacía beber a las “tarantadas” antes del rito curativo, acompañado por la señal de la cruz sobre la herida y por cantilenas salvadoras contra el veneno de la araña. Una especie de “exorcismo”, pues, acompañado por panderetas, violines y armónicas. Hoy las “tarantadas” ya no existen, pero el ritmo hipnótico de la “pizzica” aún resuena en las plazas de Apulia como símbolo de la identidad salentina y la Noche de la Taranta atrae curiosos y turistas al Salento a fines de agosto.
La segunda parada es el pueblo de Soleto, lugar de nacimiento del filósofo, alquimista y médico Matteo Tafuri (8 de agosto de 1492 – 18 de noviembre de 1584). Definido como el “Sócrates de Soleto”, después de haber viajado por toda Europa y Asia Menor se dedicó a la enseñanza precisamente en su país natal. Fue una personalidad temida y homenajeada por las supuestas capacidades adivinatorias, mientras que su interés por la magia y la alquimia le valieron una serie de calumnias, por las cuales fue señalado como “hechicero”. Entre los relatos del filósofo destaca aquel relativo al Obelisco Orsiniano, realizado en 1397. De esta obra de Soleto, de 45 metros de altura, Tafuri dijo que un grupo de brujas bordaron febrilmente la trama de las esculturas, mientras escuadrones de diablos alados transportaban los componentes de la estructura para construir el campanario en una sola noche. Sin embargo, al canto del gallo, cuatro diablos quedaron petrificados riendo en las cuatro esquinas del campanario.
Tercera parada de este viaje en los misterios del Salento es Otranto, cuya Catedral de Santa María Anunciada conserva un precioso mosaico ejecutado por el monje Pantaleón entre 1163 y 1165. Esta obra, bien conservada, muestra un laberinto teológico sobre el cual, a veces, escapa la verdadera interpretación iconológica al observador contemporáneo. El centro es el Árbol de la vida, a lo largo del cual se desarrollan las principales representaciones con en la cima la imagen del Pecado original. Presentes numerosas figuras que remiten a animales o mitos de significado alegórico no siempre claro. Entre ellas destacan un toro, un Behemot, el Leviatán, un elefante con estrella de cinco puntas, un centauro, un unicornio, una sirena que sujeta sus dos colas, un burro que toca la lira y mucho más.
Por último, el Salento, una de las zonas más grandes de Europa en albergar “dólmenes”, “menhires” y monumentos megalíticos, no puede dejar de ofrecer uno de los sitios arqueológicos más importantes de Italia. Es la Gruta de los Ciervos, la llamada “Capilla Sixtina del Neolítico”, que conserva más de 3.000 pictogramas del Neolítico. Símbolos misteriosos que han sobrevivido hasta hoy y que hacen pensar en un culto prehistórico del pasado que aún hoy no deja de fascinar.