En el corazón del bajo Lacio, entre abadías milenarias, eremitorios tallados en la roca y catedrales testigos de grandes eventos, la historia cobra vida. Desde los Placiti cassinesi, primer documento en italiano vulgar, hasta la célebre Bofetada de Anagni, un viaje entre monjes, papas y frescos que cuentan siglos de fe y poder.
Es el año 960 o por ahí y los monjes benedictinos de la abadía de Montecassino, en el Lacio, están inmersos en una desagradable disputa judicial con tal Rodelgrimo de Aquino, señor feudal local, por una cuestión de límites. La disputa durará unos tres años y al final el juez Arechisi dará la razón a los monjes, devolviéndolos a su vida de trabajo y oración sin molestias mundanas. Un hecho en apariencia pequeño y banal, pero destinado a entrar en la historia, al menos en la de la lengua italiana: precisamente un testimonio del proceso, de hecho, se considera el primer documento escrito en italiano vulgar. Hoy los cuatro pergaminos con la transcripción de las palabras de la declaración (los “Placiti cassinesi”) aún se conservan en el monasterio, habiendo sobrevivido a siglos de vicisitudes, entre ellas un terrible terremoto en 1349 y los bombardeos del 15 de febrero de 1944, cuando las fuerzas aliadas sospechaban la presencia de tropas alemanas.
Pero el monasterio de Montecassino, el más grande del mundo, no es el único lugar en la zona que ofrece piezas únicas de historia y espiritualidad a quien lo visita. No lejos de Montecassino, también los monjes benedictinos son protagonistas del Santuario del Sacro Speco, incrustado en la roca del Monte Taleo y guardián de uno de los lugares más significativos para la Orden: la gruta en la que a principios del siglo VI el jovencísimo San Benito de Nursia vivió como ermitaño. Hoy el monasterio se compone de dos iglesias superpuestas y numerosas capillas, con testimonios artísticos que datan hasta el siglo VIII. Frescos preciosos que encantan con sus colores aún vivos y bien conservados.
A medio camino entre estas dos joyas de la espiritualidad —y excelente punto de partida para visitar la zona— se encuentra Anagni, la Ciudad de los Papas, así llamada por haber dado a luz a cuatro pontífices (Inocencio III, Alejandro IV, Gregorio IX y Bonifacio VIII) y escenario de episodios que quedaron en la historia, entre ellos la célebre Bofetada de Anagni, la humillación infligida a Bonifacio VIII el 7 de septiembre de 1303 en la magnífica catedral de la ciudad. Aún hoy, en torno a esa fecha, evocadoras recreaciones con trajes recuerdan aquel día épico.