A pocos kilómetros de la metrópoli, existe una región inesperada hecha de bosques, oasis y naturaleza incontaminada.
Cuando se piensa en Lombardía, la imaginación corre veloz hacia Milán y su skyline, los días marcados por citas y medios retrasados, el aperitivo con vista y la carrera entre un compromiso y otro. Una región que se mueve, productiva, urbana. Pero también hay otra Lombardía, mucho menos fotografiada y decididamente más silenciosa. Una Lombardía hecha de bosques, pantanos, reservas naturales y animales libres, donde a marcar el ritmo no es la agenda, sino la naturaleza. Y es sorprendente descubrir cuán poco se necesita para dejarlo todo atrás: a menudo, basta con salir de la circunvalación o tomar un tren regional. En una hora —a veces menos— se llega a lugares donde el cemento da paso al verde, los cláxones al canto de los pájaros, y el estrés cotidiano a un sentido de paz raro y precioso. No se necesitan botas ni brújula, solo ganas de frenar y mirar de verdad.
A pocos kilómetros de Pavía, el Oasis de Sant’Alessio se presenta como un pequeño milagro ecológico. Donde antes había campos cultivados, hoy se suceden pantanos, bosques, zonas húmedas y senderos habitados por criaturas que parecen salidas de un documental: garzas reales, martines pescadores, anfibios, insectos y aves raras. Como telón de fondo, un castillo del siglo XVIII que da al paisaje un toque de cuento de hadas. El oasis se puede visitar casi todo el año y propone recorridos guiados pensados para quien quiere comprender de cerca cómo funciona un ecosistema en equilibrio.
El nombre parece inventado, pero existe de verdad. Y cumple lo que promete. El Parque Íctico Paraíso es un mundo de agua dulce que se extiende por 13 hectáreas entre estanques, lagos y arroyos habitados por más de 20 especies de peces, observables también desde túneles semienterrados especiales. No faltan los animales terrestres —lirones, ardillas, tejones— y tampoco el rincón “granja”, con burritos y cabritas que gustan a grandes y chicos. Abierto de febrero a diciembre, es el lugar ideal para un domingo relajante, educativo y lejos de los circuitos habituales.
A media hora del centro de la ciudad, el Bosque WWF de Vanzago es uno de los pulmones verdes más sorprendentes del área metropolitana milanesa. Aquí, entre robles centenarios, estanques y praderas, encuentran refugio más de 120 especies de aves y numerosos mamíferos —zorros, gamos, puercoespines y corzos. Desde 1977 está gestionado por el WWF y también alberga un centro de recuperación para fauna salvaje. Las visitas, solo los fines de semana y siempre guiadas, ofrecen una experiencia inmersiva y respetuosa con la naturaleza. Perfecto para familias, escolares y cualquiera que busque un contacto auténtico con el verde.
En el corazón de la zona de Bérgamo, Le Cornelle es mucho más que un zoológico. Nacido en 1981, el parque alberga hoy más de 1.200 animales, muchos de ellos pertenecientes a especies amenazadas como el leopardo de las nieves, el rinoceronte blanco o el elefante asiático. Las áreas temáticas, como la Sabana africana o la Selva tropical, y actividades como el “Vuelo de las Rapaces” hacen que la visita sea envolvente e instructiva. Parte activa de programas europeos para la conservación, Le Cornelle es una parada que une entretenimiento y concienciación.
Visitar estos lugares es una ocasión para cambiar de perspectiva. Para aprender —o recordar— que la naturaleza no es algo remoto o exótico, sino un patrimonio que nos rodea y que, demasiado a menudo, ignoramos. No hace falta tomar un vuelo intercontinental para vivir la maravilla. A veces basta con un bocadillo en la mochila, un par de zapatos cómodos y dejar atrás el Duomo.