Símbolo goloso de Sicilia, el cannolo cuenta una historia fascinante entre influencias árabes, conventos cristianos y tradición popular.
No se puede viajar a Sicilia sin dejarse tentar por la idea de morder un cannolo. Crujiente por fuera, aterciopelado y dulce por dentro, este dulce se ha convertido en un símbolo de la tradición gastronómica de la isla, un pequeño cofre de historia y sabor que conquista al primer bocado.
Una dulce leyenda entre harenes y conventos
El origen de los cannoli hunde sus raíces en un pasado lejano y fascinante, suspendido entre mito y realidad. Una de las teorías más sugestivas nos lleva atrás en el tiempo, durante la dominación árabe en Sicilia, entre los siglos IX y XI. Según la leyenda, fueron las mujeres de los harenes de los emires quienes inventaron este dulce, tal vez inspirándose en preparaciones de Oriente Medio, combinando ingredientes como azúcar, especias y frutos secos con una crema a base de ricota. Se cuenta que el cannolo era un homenaje a los emires, una explosión de gusto que unía técnica y poesía.
Con la llegada de los normandos y el regreso del cristianismo, la tradición pastelera fue custodiada y transmitida dentro de los conventos. Justamente las monjas de Caltanissetta, según algunas fuentes, habrían perfeccionado la receta, convirtiéndola en el dulce por excelencia del Carnaval siciliano: un momento de fiesta en el que la gula no solo era permitida, sino obligatoria.
¿Ricota de oveja o de vaca? Depende de dónde estés
El corazón del cannolo es su relleno: una crema de ricota sedosa y dulce, enriquecida con azúcar, virutas de chocolate, frutas confitadas y un toque de canela. En la mayor parte de la isla se usa ricota de oveja, más intensa y espesa, mientras que en el sureste, en particular en la zona de Ragusa, se prefiere la de vaca, más delicada, producida con leche de los montes Ibleos.
Prepararlos en casa: un pequeño ritual
Hacer cannoli en casa requiere un poco de tiempo y paciencia, pero la satisfacción es impagable. Se comienza por la cáscara: una masa fina, aromatizada con cáscara de limón y un chorrito de vino blanco, que se estira, se envuelve en cilindros metálicos especiales y se fríe hasta quedar crujiente y dorada.
Los ingredientes para 4 personas:
Para la cáscara:
250 g de harina 00
100 g de vino blanco seco
25 g de azúcar
25 g de mantequilla blanda
1 huevo
cáscara rallada de 1 limón sin tratar
una pizca de sal
aceite de semillas para freír
Para el relleno:
250 g de ricota
110 g de azúcar impalpable
80 g de naranja confitada
40 g de chocolate negro en virutas
una pizca de canela
Para decorar:
granillo de pistacho, almendra o avellana
azúcar impalpable
cerezas confitadas (opcional)
Procedimiento en breve:
Preparar la masa para las cáscaras uniendo harina, azúcar, mantequilla, huevo, cáscara de limón y vino blanco. Dejar reposar en el frigorífico dos horas. Estirar la masa fina, cortar en cuadrados y envolver en moldes. Freír a 160°C y dejar enfriar.
Para la crema, mezclar ricota y azúcar glas hasta obtener una mezcla lisa, luego añadir confitados, chocolate y canela. Rellenar las cáscaras justo antes de servir para mantenerlas crujientes y decorar con granillo y azúcar impalpable.
Un bocado de Sicilia, dondequiera que estés
Hoy como entonces, los cannoli no son solo un dulce: son un pedazo de identidad, un puente entre culturas, un homenaje a una tierra rica en historia y sabores. Prepararlos, o incluso solo saborearlos, significa entrar en contacto con una herencia milenaria que sigue viva entre las manos sabias de los pasteleros y en las sonrisas de quien los prueba por primera vez.